Base programática

de la red en Hamburgo de Derecho a la Ciudad

Preámbulo – El derecho a la ciudad se encuentra en las calles. Cuelga de los árboles. Se esconde bajo los adoquines. Ya es una práctica. Va dirigido contra del statu quo triste de las ciudades reales existentes en la actualidad. Es una promesa: un mundo que es reinventado y apropiado por las personas, más allá de nación, género, religión y capital.

Nosotros escribimos ésta agenda en una metrópoli europea, en un en tiempo en el que la crisis del capitalismo globalizado y urbanizado se recrudece en un ataque a los logros de la civilización de las últimas décadas. Todos los recursos así como las relaciones sociales están subordinados al valor capitalista. Cada vez son más los sectores de la población que están expuestos a un precariado creciente, mientras que la riqueza de unos pocos crece sin control. El racismo se vuelve a cimentar institucionalmente. Los movimientos populistas de derecha ganan terreno con sus promesas de resolver la crisis de una forma reaccionaria como comunidad nacional, y aspiran, descaradamente, a una nueva sociedad de clases brutalizada.

El derecho a la ciudad es una respuesta radicalmente radical, diferente a ésta crisis. Ella está por la autoorganización colectiva, por la participación de tod@s de la riqueza socialmente producida, por la socialización de los recursos. Ella está por la diversidad, por el cosmopolitismo y por la centralidad.

El derecho a la centralidad es la libertad de tod@s de moverse por todo el espacio urbano, de utilizarlo, de jugar en él, de encontrarse, de intercambiarse. Se trata de algo más que un lugar para dormir, un sitio de trabajo, una visita a un evento o de ir de compras en las zonas comerciales. Se trata del acceso a todo el arsenal de oportunidades y recursos urbanos, como son vivienda, educación, ingresos y asistencia sanitaria.

El derecho a la diversidad está por la polifonía, el acto de solidaridad de los que son diferentes y el derecho a definirse a sí mismos independientemente de su origen, color de piel o género. Está dirigido contra las idioteces normativas idiotas del capitalismo.

El derecho a una ciudad no conoce límites superiores. La mitad de la humanidad ya vive en las ciudades. Para much@s son lugares de esperanza, en los que flota la guerra, el “Landgrabbing” (despojo de tierra -a los pueblos originarios-), el desempleo, donde también pueden dejar atrás el origen, la casta y la identidad. Es profundamente inhumano excluir a personas de éstos lugares, seleccionarlas según las coincidencias biográficas o económicas. Es precisamente la diversidad de los que llegan, los que han hecho desde siempre, la vida urbana excitante y libre.

El derecho a la ciudad significa la autoorganización colectiva. Se trata del poder de much@s para diseñar nuevas formas democráticas. Nosotros no hacemos un llamado ni a las autoridades ni a los partidos pidiendo permiso para poder participar nosotr@s mism@s diseñamos la ciudad. La democracia no se limita sólo a la participación ciudadana, a las elecciones o a las decisiones de un “sí” o un “no” en un referendo. Nosotros iniciamos asambleas de barrio autorganizadas, diseños colectivos a nuestro deseo, planificamos nosotr@s mism@s y a través de lugares ocupados nos apropiamos de espacios.

El derecho a la ciudad da un espacio a las luchas sociales. El enfrentamiento con el orden capitalista se concretiza: contra de la privatización, ponemos el acceso para todos los habitantes, con los mismos derechos, a los recursos y a los espacios urbanos.

Derecho a la Ciudad va de la crítica al experimento. Éste experimento tiene muchas formas: Nosotros nos apropiamos de lugares sin preguntar.  Le quitamos al mercado lugares de manera permanente. Defendemos los derechos de les inquilos y de las personas en calidad de calle. Nos defendemos en contra de la exclusión y de la expulsión. Experimentamos con modelos colectivos de propiedad y autogestión: agotamos al máximo la situación jurídica actual y si es necesario, y la infringimos. Forzamos a cambios en las leyes y encontramos nuevos métodos de financiamiento para hacer realidad modelos y proyectos. Nosotros perforamos el orden capitalista para llegar a una nueva socialización integral a largo plazo.

El derecho a la ciudad enlaza las discusiones los urbanas. Estas experiencias y luchas diversas -por la vivienda y la participación, contra la gentrificación, contra la segregación y contra las relaciones de opresión de todo tipo- son los elementos del movimiento por el derecho a la ciudad. Ellos siguen diferentes estrategias , se relacionan entre sí, forman cadenas y no se dejan confrontar unas con otras.

El derecho a ciudad no termina en los límites la frontera de la propia ciudad.  Las discusiones en torno a el derecho a la ciudad se llevaba cabo en todo el mundo: Desde San Francisco hasta Mumbai, desde Gotemburgo hasta Durban. La revolución urbana requiere de nuevas formas de solidaridad, de intercambio y de acciónes conjuntas con otras ciudades y con otros proyectos urbanos.

El derecho a la ciudad es indivisible. Es vigente pata tod@s.

Este texto no es un programa terminado. Tiene que ser ampliado, trabajado y cambiado y no es nada sin práctica colectiva y la acción urbana. ¡Comencemos!

Hamburgo, 21 de enero de 2017